martes, 20 de mayo de 2014

Euterpe



Pocas artes hay tan admirables para entendidos y neófitos como la música. A nadie, o casi nadie, puede dejar indiferente una buena composición o una canción, hasta tal punto que es muy posible que nos acompañe toda la vida y nos evoque recuerdos. Hay músicos que han tenido grandes dificultades para desarrollar esta actividad y que han pasado con nota cuantos obstáculos han tenido que superar dejando un sello inconfundible para todos los que se han encontrado en una situación parecida. Genios y generalmente poco conocidos por el gran público. Vaya este pequeño homenaje por su ejemplo de superación y por el legado que han dejado, no sé si de la mano de Euterpe pero sí de su talento y que podemos disfrutar todos en cualquier momento.



Django Reinhardt. (1910-1943) Nació en Bélgica en el seno de una familia gitana y fue el primer músico de jazz europeo de aceptación universal, y también el más grande hasta ahora. Analfabeto, autodidacta, incapaz de escribir una sola nota o de leer una partitura, era también un hombre con poca disciplina para el estudio no obstante fue un músico extraordinario, lleno de inventiva y creatividad. Le faltaban dos dedos, debido a un incendio declarado en el carromato donde vivía. Debido a ello permaneció hospitalizado mas de un año teniendo que inventar una nueva técnica de digitación acorde a sus facultades físicas mermadas. Durante la II Guerra Mundial sus hermanos de raza sufrieron la persecución nazi y los campos de concentración, él tuvo la suerte de ser el protegido de uno de los funcionarios de la administración nazi aficionado a su música. Paradójicamente, su música fue, durante la ocupación nazi de Paris, uno de los símbolos culturales de la Resistencia. Fue una referencia indiscutible e indispensable no solo para su generación sino para todos los guitarristas de jazz posteriores.




Paul Wittgenstein. (1887-1961) Wittgenstein fue un pianista austriaco hermano del filósofo Ludwig Wittgenstein. Su casa era frecuentemente visitada por prominentes figuras de la cultura, entre ellos los compositores Brahms, Mahler y Richard Strauss, con quienes el joven Paul tocaba dúos. Durante la Primera Guerra Mundial fue herido y su brazo derecho tuvo que ser amputado. Pero dedidió continuar su carrera de pianista, usando solamente su brazo izquierdo. Estudio intensamente y arregló piezas musicales para poder tocarlas solamente con su brazo izquierdo, Maurice Ravel escribió su Concierto de Piano para la Mano Izquierda en Re Mayor especialmente para él. Debido a sus orígen judío sufrió la persecución de los nazis, especialmente sus hermanas. Volvió a hacer conciertos, llegando a ser reconocido y querido.




Michel Petrucciani. (1962-1999) Fue un pianista francés. Nació con osteogénesis imperfecta, también conocida como la enfermedad de los huesos de cristal, una afección congénita degenerativa que hacía que se le fracturaran los huesos con la más ligera presión. Nunca superó el metro de altura y sufrió terribles dolores toda su vida. Como si quisiera compensar esta maldición, el destino le concedió dos dones: un talento único y extraordinario para la música, y una carismática personalidad que cautivaba a todo el mundo y que hizo que las mujeres se enamoraran de él (no aprendió a andar con muletas hasta los 25 años y le encantaba que le llevaran, sobre todo las mujeres). La discapacidad de Petrucciani nunca supuso una limitación para él y estaba decidido a sacarle el máximo partido. No tenía tiempo para la gente que se lamentaba. “¿De qué te quejas?”, solía decir. “¡Mírame! ¡Yo estoy bien! ¡Me lo paso bien!”. Y, sin duda, lo hacía. Son las palabras de Wayne Shorter las que mejor expresan el legado y talento de Michel Petrucciani: “Hay mucha gente por ahí, de altura media y supuestamente normales, que tienen todo aquello con lo que nacieron, los brazos y demás, de la medida adecuada. Son simétricos en todos los sentidos, pero viven la vida como si no tuvieran brazos, piernas o cerebro y viven culpando. Nunca oí a Michel quejarse de nada. Nunca se quejaba de lo que veía al mirarse al espejo. Michel era un gran músico, un gran músico, y era grande, en última instancia, porque era un gran ser humano, y era un gran ser humano porque tenía la capacidad de sentir y regalar a los demás parte de ese sentimiento a través de la música. Cualquier otra cosa que se pueda decir de él es una mera formalidad, es un tecnicismo y no significa nada para mí”.









1 comentario:

  1. Aunque ya sabes que soy de las pocas personas que no dedicamos parte de nuestro tiempo a escuchar música (yo digo que es por el poco oído que tengo, pero no es verdad), me ha gustado mucho tu post y el hecho de que cuando algo te gusta, dejas los impedimentos físicos a un lado.

    ResponderEliminar